sábado, 7 de julio de 2007

23.- "No hay que jugar con el amor"

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Mi Diario catorce de junio de 2003. Sábado
De Magdalena a Carlos.
Embarazo no deseado de soltera.
El aborto. Vivir juntos.

Carlos no hace más que darnos “trabajo” para que las parejas hablemos de algo más que de dinero y gastos antes de la boda.
Ya está casi fraguado el grupo. A pesar de todo, sobre todo por lo ocupada que está Elena, ya dicho que sí a Mónica y Francisco Javier y solo falta que un sábado de estos que estemos todos concretemos fechas y horas.


Carta del 10 de octubre de 2002. Martes.

He leído con fruición tu "Hoja a los Novios".Me ha abierto el corazón. Te escribo con total atrevimiento por necesidad y porque Marta, mi amiga, me ha hablado con mucho cariño de ti. Perdona que te tutee pero para contarte lo que quiero contarte no me sale el Usted.
Te he de confesar en primer lugar que mucho de lo que saben todos yo lo cuento por primera vez.
Pedro era y es un chico encantador. Guapo, alto, esbelto, simpático, agradable, atento, cariñoso, etc... En fin que te iba a decir yo de él. Me enamoré. Me enamoré locamente de él Hasta los tuétanos. Mi familia lo tenía, cuando lo fue conociendo, conforme yo tímidamente se lo iba presentando, y aún hoy un poco lo tiene, como "un macarra".
Sólo pensaba en el surf y en los bocadillos de calamares de la Cice, (bueno, ya sabes, la prolongación de Las Canteras, donde van todos los surferos) y en revolcón de sexo en la cama.
Tardó mucho en convencerme pero sus caricias, su insistencia, y la vehemencia de mi cuerpo hacían que el placer se me desbordara y el sexo me atrajera como un imán poderoso gravitando todas mis energías en un ansia apasionada e incontrolable. (Incontrolable o incontrolada, no sé)
Me dio una llave de un apartamento-casa que sus padres tenían en la Playa de Las Canteras, donde empezaron nuestras citas amorosas. Yo iba en bicicleta y le esperaba arriba, cuando él no estaba ya esperándome. Discretamente. Me moría de vergüenza. Nadie podía enterarse.
Te he de decir que me resistí casi heroicamente. Pero con un tesón digno de mejor causa, aunque para él esta era la única causa, fue ganándome terreno y de los besos, pasamos a los abrazos amorosos, y de los abrazos amorosos a las caricias más íntimas, de ahí a la desnudez y de esta al coito.
¡Qué dulzura, que placer, que entrega, que horas que siempre nos parecían cortas...!
Mi madre me encontró un día las llaves en el bolso. A mi padre un amigo le dijo que me advirtiera que no entrara en aquella calle en bici en dirección prohibida, (era mucho más corto) y empezó a sospechar de aquella calle.
Pero para cuando se descubrió "el pastel" yo ya estaba embarazada.
Desde que se retrasó la regla, desde que empecé a sospechar que aquello era aquello, ¡qué noches de zozobras! ¡Qué despertarme sobresaltada a media noche! ¡Qué angustias sin poderme dormir!
¡Cómo se lo diría a mi madre! ¡Qué pasaría cuando se enterara mi padre! ¡Y mis hermanos! ¡Y mis amigas!
Mi padre entraría en cólera diciendo que era una infamia para la familia. Un deshonor. Una falta de dignidad. Yo pensaba que en el fondo era un miedo atroz, el de los dos, al qué dirán. Cómo pensarán sus amigas. Mira la hija de la "santita".
Pedro, cobardón y amilanado, me quería convencer que abortara. Preguntó a amigo. Conocimos a una chica que lo había hecho. Nos dio la dirección de Telde y nos dijo cuánto nos iba a costar. Que no pasaba nada. Si te he visto no me acuerdo, y problema familiar resuelto.
Cogimos el coche una mañana y llegamos hasta la puerta. Cuando puse mi pie en el suelo de la acera no pude seguir adelante. Que clase de persona era yo para mi misma. Pedro volvamos a casa. Yo arrastraré todas las consecuencias sin abrir la boca, pero a quién puede ser mi hijo, yo no le quito el derecho a vivir.
Pasaron tres meses de angustias infinitas. Me ponía ropa que me apretara mucho mi barriga. Y como yo soy delgada y de constitución "esmirriada" no se me notaba.
Pedro cambió. Estudiaba como un negro. Se maldecía por haber sido "macarra". Buscó un trabajo con su padre y estudiaba por las noches. Y deseó a nuestro hijo tanto como yo.
Mi madre acepto el hecho con pena pero con alegría. Un niño que va a nacer siempre es una buena noticia. Y el primer nieto siempre es el primer nieto. Mi padre quiso hablar con Pedro y con los padres de Pedro. Se llegó a un manso acuerdo. Cuando naciera el niño y Pedro terminara la carrera, tenía asegurado el trabajo con su padre, si aún lo deseábamos, nos casaríamos.
No debíamos ninguno de los dos, aún aceptando toda nuestra responsabilidad en el ahora y en el futuro para con nuestro hijo, "el de los dos", hipotecar nuestras vidas en un matrimonio no deseados por ambos.
Debo confesar que me quedé asombrada ante la generosidad, la grandeza de miras y el amor entrañable de nuestros padres para con nosotros. Ellos se harían cargo del niño, hasta que nosotros pudiéramos tenerlo, mantenerlo y educarlo.
Pedro terminó en junio la carrera. El niño nació en septiembre. Nos casamos en noviembre y somos una pareja feliz con una niña, no te lo he dicho iba a ser y es niña, preciosa.
¡Qué amargamente llora Pedro cada vez que coge en sus brazos a su niña, a su hija, y piensa que hoy podría no existir si aquel amargo día él me hubiera convencido y yo hubiera sacado mis pies del coche!
Me gustaría verte, charlar los dos contigo, pues aunque estamos casados por lo civil los dos somos "algo" creyentes y desearíamos casarnos por la Iglesia.
Un beso, Magdalena.
Postdata: Pedro ha leído esta carta antes de enviártela. Esta contento y conforme.
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