sábado, 7 de julio de 2007

07.- "La acogida de Sor Caridad"

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Mi Diario dieciocho de febrero de 2003.
Con Maisona, Eduardo y sus hijos.

Hemos quedado para La Acogida al Cursillo. En principio es rellenar la ficha de inscripción, fijar la fecha y tener una pequeña charla o diálogo no sé si con Sor Caridad o Sor Esperanza. Son dos monjas Salesianas que ayudan en el Centro de Prematrimoniales.
Nuestra sorpresa fue grande cuando nos salió al teléfono que nos dio Don Miguel una voz de niña que nos dijo: Sí, soy Belén, la deliciosa y encantadora Belén, mi mamá sí está, ahora le aviso. Gracias.
Sor Caridad o Sor Esperanza, que bonitos nombres para una acogida de novios, resultaron pues ser Eduardo y Maisona, un matrimonio amable y encantador.
Hola, qué hay, soy Maisona. Eduardo está trabajando pero esperaba vuestra llamada pues Don Miguel se lo dijo a Don Matías, que es el Sacerdote que lleva la Parroquia y el Centro de “El Madroñal”.
Él fue quien le dio a Don Miguel nuestro teléfono para ustedes.
Sí, claro podemos quedar para alguna tarde a la salida de vuestro trabajo, a las ocho y media, ¿os viene bien el viernes para estar más tranquilos y sin prisas?
Como tú Ana vives en Santa Brígida y nosotros en Tafira, podemos si queréis quedar en casa. Sí, en la Cuesta del Reventón, 15.Casi al final, una casa roja con la verja del jardín verde oscuro, yendo a La Caldera de Baldama. Sí, estará Eduardo.
El viernes a las ocho y cuarto tocábamos el telefonillo de la cancela. Nos respondió una voz casi de hombre, Eduardillo, el chico mayor que ya está en segundo de BUP.
Salió Maisona, la madre, a recibirnos. La casa es preciosa y la familia encantadora, padres e hijos. Tienen seis. Ya te contaré más adelante porque irán también al Cursillo. Para dar la charla de la Paternidad y Maternidad responsables, tras la Sexualidad.
El es muy amable pero muy recto con los hijos. Los criterios son los criterios. Ella es una buenasa, una madraza, todo compresión y creo que hasta una fina debilidad por los hijos. “Hay razones del corazón que la razón no entiende”. Aquí está hecha carne y vida.
Pero volvamos a la Acogida. Empezamos por rellenar la ficha del Cursillo.
Apellidos, nombre, dirección, teléfonos, hoy siempre hay un lugar para el móvil, estudio trabajo, o profesión, de ella, de él, etc.
Y luego unas preguntas de rigor. Aceptación y grado de fe, eso de creyente pero no practicante, que nunca he entendido, porque es aquello de vivo pero estoy muerto, asistentes escuchantes, apuntados y con carnet del equipo pero sin saber nada ni del club, ni del capitán, ni de los jugadores, ni del campo que no saben ni dónde está, ni de la liga, ni nada de nada. Frascos etiquetados, soy católico, pero totalmente vacíos, nada dentro.
Luego algo más íntimo. Que si vivíamos juntos. Que no. Y José Carlos añadió de pronto. Y lo otro tampoco. Nos reímos. Pues "hijos" ya, no, era innecesaria. Si aceptábamos el Sacramento, los hijos, el educarlos en la fe, si habitualmente recibíamos los otros Sacramentos, si teníamos algún contacto con nuestra Parroquia, con algún Movimiento cristiano o pertenecíamos a algún grupo de fe o de vida.
Aquí se rompió el guión y la conversación corrió libremente por los espacios del alma.
Al final nos presentaron uno a uno a todos sus hijos, algunos ya en pijama. Desde luego se nota que es una familia maravillosa, profundamente cristiana. Se respira fe y caridad.
Se educa en el amor y para el amor. El amor es el que marca y da fuerza al deber. Hay exigencias, suaves y cariñosas exigencias, pero sin rigidez, con ayuda y sostenimiento amoroso y paciente en la debilidad o decaimientos, motivaciones para la acción, ayuda mutua entre los hermanos sin sometimiento ni prepotencias y una dedicación a los hijos, de tiempo de calidad, como el mayor bien de la pareja.
Nos ha prometido todos que nos volveremos a ver. Como te dije a la charla van los cinco mayores. La pequeña que tiene año y medio, se queda con la abuela. Cada uno da su testimonio, nos dijeron de lo que para ellos es la familia.
Tengo la impresión que ni Eduardo es tan rígido como lo pintan, el papel más duro en el matrimonio siempre es para el que tiene a veces que decir “no”, sino un padrazo que acecha como ayudar a sus hijos a ser personas, dejándolos crecer en libertad y responsabilidad, ni Maisonita, como la llaman, es un “si” continuo sino un colchón en que los hijos se refugian porque toda criatura para crecer con normalidad tiene que tener un padre y una madre con roles distintos.
Salimos de allí contentos, muy contentos. Amigos, muy amigos. Y con una gran esperanza: el Cursillo.
Gracias, Señor, por habernos cruzado en la vida con Maisona y Eduardo y con sus hijos.
Ahora tenemos un ideal vivo a soñar y a imitar.
Buenas noches, José Carlos. Sí, también para ti, buenas noches, Diario, mi Diario querido.
Hasta mañana. ¡Ahhhh! Se me abre la boca de sueño... Se me cae la pluma...
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