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Mi Diario veinticuatro de enero de 2003.
Nuestros diálogos y temas a charlar.
Quisiera que José Carlos y yo fuéramos poniendo en común nuestras convicciones, nuestros deseos, nuestras esperanzas, nuestros pensamientos, nuestra manera de entender y vivir la vida.
Ayer te decía, querido Diario, que en la mesa, el día de la boda de Lorena, hablamos de muchísimas cosas. Pero todas cosas que se comparten como amigos. Aún no hemos tratado las que se comparten como novios.
Te decía también que para mí es importantísimo compartir la fe con la persona que voy a amar toda la vida como esposo, como mi mejor amigo, como mi único amante.
Que su proposición de ir a Misa juntos el domingo y ya todos los domingos, me embelesó, pues parece que a él también le importa mucho el tema y quería saber cómo respiraba yo.
Tenemos que ir hablando sobre todo. De los hijos, del diálogo, de las ilusiones en la vida, de nuestra escala de valores o qué cosas valoramos más que otras, de cuántos hijos, de cómo quererlos y educarlos, del sexo, sí también de cómo entendemos la sexualidad cada uno y qué esperamos de ella en la pareja, del trabajo, cómo lo entendemos y valoramos, de la economía doméstica, y de cómo y en qué gastar el dinero y cuales son nuestras prioridades. De todo. Pero aún es pronto. Todo a su tiempo.
“Hay un tiempo para sembrar y otro para recoger, creo que dice el Eclesiastés. Lo oí un día en el sermón de una misa y se me quedó gravado. Quiero que nuestro noviazgo sea un lugar de encuentros. Que esté lleno de diálogos y sobre todo de la forma de “sentir” y “vivir” la vida. Un lugar de encuentros para el amor, el cariño, la confianza, el aceptarnos como somos y las expresiones del amor rebosante, la ternura, las caricias, los besos, los abrazos, el ir juntos de la mano por la vida, de verdad, juntos, no solo los cuerpos, sino las dos personas completas, los silencios compartidos, la felicidad gozada y el saberla sentida por ambos en la pareja.
Dejemos que el amor vaya creciendo, que la ilusión y los sentimientos se vayan haciendo cariño y amor, que nos vayamos conociendo y compenetrando, que vayamos compartiendo, en éste precioso tiempo del noviazgo, vida y esperanzas, y todo dentro de estar cada día enamorados y con más fuerzas. ¿Porqué mi amor es tan sentimental y sensiblero, tan soñador y romántico, tan etéreo y sin límites, tan omnipresente en mí, en mi corazón y en mi mente, pues no se me aparta un momento, tan sin contornos, tan inabarcable? José Carlos, tenemos temas para rato. Pero charlar contigo es un placer porque tú no intentas convencer, sino expones y razonas, deja libertad de pensamiento al otro y lo respeta completamente, sabes escuchar y escuchas tan atentamente que se nota que estás absorbiendo y saboreando lo que se te dices. Con qué cariño me dices las cosas y con qué amor las recibes. Nunca has intentado llevarme la contraria ni me has dicho que estaba equivocada, sino has expuesto tu pensamiento con claridad y nunca como réplica.
Qué delicioso eres. Eres, como se dice hoy, un amor.
Y por amor y con amor te recibo y me doy. Con todo el mío. Ana.
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