viernes, 21 de diciembre de 2007

01.- "He conocido un chico. Mi chico"

>
Mi Diario a diez de enero de 2003.
La primera página de mi Diario.
Cómo conocí a José Carlos.

Hoy he empezado a escribir mi Diario. Ha sido uno de los regalos de Reyes de José Carlos. Y quiero guardar en él, como oro en paño, todo lo que he sentido, siento y sentiré por José Carlos desde que nos conocimos y me enamoré de él.
Para empezar voy a contarte nuestro primer encuentro hace cuatro años, un ocho de abril del año dos mil. Fue muy sencillo pero encantador.
Aún lo recuerdo como si fuera hoy. Nos habíamos visto en alguna fiesta de esas casi multitudinarias, pero nadie nos había presentado ni habíamos hablado nunca.
Yo sabía quien era y él por lo que me dijo luego se fijó en mí y para sus adentro se dijo: “ésta es mi chica” Tampoco ese día cruzamos la palabra, sí alguna mirada y creo que alguna sonrisa.
Coincidimos de nuevo en la Boda de mi prima Lorena, hija de una hermana de mi padre. El novio, Ricardo, qué cursi, Ricardito, es hijo de un primo de su madre.
Yo ya le vi en la Iglesia y sentí que se me alegraba el corazón. Ahora sé porqué.
Nos pusieron en la misma mesa de solteros sin compromisos. Se sentó enfrente de mí, entre Julia y María Eugenia. Pero Julia, discretamente, le pidió el sitio para David que estaba sentado a mi lado. Era el único sitio vacío, cuando llegó el último a la mesa algo despistadillo. Julia y David se gustan o les va el rollo, como se dice ahora.
Se presentó. Hola, Ana. Sabía mi nombre. Por qué será pero estos pequeños detalles son pistas de encuentro. Soy José Carlos. Yo también lo sabía pero me dijo su nombre para evitar que yo lo preguntara y “saber” que yo no lo sabía. Charlamos de todo y cuando me di cuenta, maleducada, a mi compañero de la izquierda, Joaquín, le había dejado abandonado. Menos mal que charlaba muy animado con Marivita, la chica de su otro lado.
Qué estudiábamos, qué nos gustaba, que películas preferíamos, que música teníamos embotellada, mejor en-cd-room-ada, dónde vivíamos, en que pensábamos trabajar, qué libro habíamos leído últimamente, etc... Me fui dando cuenta que él para mi era un extraño y yo para él era muy conocida. Sabía de mí casi todo. Te gusta tal cosa, ¿verdad? Y era verdad.
A los postres tras la tarta y la apertura del baile, bailamos el vals, de rigor. Luego otro baile, luego otro, luego otra pieza y cuando me di cuenta estaba en sus brazos bailando una pieza lenta y romantiquísima. Me sentí bien. Pero que muy bien. Requetebien.
Volvimos a la mesa por un refresco y descansar un poco los pies sin habernos separado ni un segundo y sin tener ojos ya más que el uno para el otro.
Todo pues siguió igual el resto de la noche. Nos despedimos con un beso en la mejilla. Yo me fui con mis padres relativamente pronto, serían casi las dos, ¡yo creo que muy pronto!, a Santa Brígida. Él quedó en llamarme algún día. ¿Por qué se dice algún día cuando el corazón de ambos estaba pensando y deseando al día siguiente? Mi teléfono. Lo debía de saber pero lo disimuló diciendo que se lo preguntaría a su madre que va a Nuevo Futuro con la mía, y se conocen de trabajar allí juntas para los niños sin padres o sin recursos. Al final concretamos en el viernes de la semana siguiente.
Cuando me metí en la cama pensé: “He conocido a un chico.” ”Mi chico.”
El martes, no pudo esperar de pura impaciencia al viernes, y se lo agradecí porque los días me parecían interminables y eternos, apareció por la Facultad a la salida de Penal. Nos fuimos a tomar un café, juntos. Fue un rato delicioso. Me miraba y me miraba y me miraba y sus ojos sonreían, sonreían y sonreían. Quedamos fijo para el viernes. Iría a buscarme para que yo no tuviera que bajar en coche. Creo que más bien fue para poderme llevar al fin de la velada. Aún no hemos hablado de un tema que me interesa mucho. La fe en Jesús y en su Iglesia. Para mí compartir la vida, aunque respeto todas las demás opciones, y las respeto mucho, es también y principalmente compartir la fe, lo más profundo del alma.
Es curioso. Cuando me dejó en la puerta de mi casa, yo tenía que cerrar la cancela del jardín desde el porche, al salir él con su coche, me retuvo la mano entre las suyas algo más de la cuenta y la apretó un poco cariñosamente.
Mientras lo hacía me dijo: ¿Qué tal si quedamos para ir juntos a Misa de doce el domingo, a San Mateo, a la misa del curita cubano, que es tan emotiva y vivencial?
Es una delicia como habla. Te llamo y te vengo a recoger. ¿Te apetece? Vale. (que quiere decir sí en castellano) Vale, José Carlos. Creo que fui toda sonrisa y que lo notó.
Me dio un beso como siempre en la cara y se fue al parecer más contento que unas Pascuas. Yo me quedé flotando. Te he de decir que ya han pasado casi seis meses de salir todas las tardes, juntos. Bueno para que cansarte, “ya somos novios”. Desde el veintinueve de octubre de ese año José Carlos y yo somos novios. Otro día te contaré “su declaración” qué romántico, aún la usan algunos chicos. Fue muy especial, muy personal y muy original.
Ay José Carlos, cómo te quiero.
Un beso, Ana.
>

No hay comentarios: